Desde 2006, la población mundial que vive en zonas urbanas ha superado a la que vive en zonas rurales – en 1960 era el 30%, hoy ha superado el 57%. Pero sólo una fracción de esta población vive en “ciudades”, casi un tercio vive en suburbios de baja y muy baja densidad.
Las “ciudades” son – o deberían ser – lugares “complejos” y privilegiados donde se concentran las personas, las actividades económicas, los servicios, las capacidades y la información y donde, por tanto, deben originarse los procesos de crecimiento de la sociedad. Construir un contexto favorable para vivir y trabajar, promover una calidad ambiental adecuada y garantizar un sistema de infraestructuras que haga habitable el contexto urbano y accesibles los servicios son, por tanto, prerrogativas de un escenario equilibrado orientado al bienestar de los ciudadanos y de los usuarios de la ciudad. La continua y cada vez más rápida evolución (¿o involución?) de la sociedad contemporánea exige (un retorno a) espacios cada vez más híbridos: pues la educación (escuelas y universidades), el alojamiento residencial (temporal y en un mercado libre accesible), la salud (hospitales, lugares de cuidado personal y bienestar), el acceso a las artes y los espacios de crecimiento cultural, incluso el consumo y el tiempo libre tienen necesidades diferentes a las del pasado reciente. En la era post-Covid, ¿cómo podemos entonces actuar sobre el espacio físico (público y privado) y sobre el medio ambiente? ¿Cómo podemos orientar los comportamientos y ambiciones individuales hacia estilos de vida sostenibles? ¿Qué proyectos y qué herramientas se deben implementar para lograr un verdadero Renacimiento de la Ciudad?

Temas sugeridos pero no excluyentes:

• Estándares de vivienda y soluciones flexibles (para ciudades saludables, bellas y seguras);
• Vivienda social entre la vivienda pública y el mercado libre;
• Hacer negocios en una “sociedad líquida” y un mercado laboral rígido;
• Acupuntura urbana, planificación urbana táctica y reglas de transformación.

El sector del real estate ha cambiado en las últimas décadas, pasando de una inversión caracterizada por un fuerte consumo de suelo e implicaciones negativas sobre el medio ambiente a una lógica más responsable orientada a la regeneración urbana. Las actuales lógicas de inversión muestran una mayor atención al impacto sobre el medio ambiente y a las implicaciones para la sociedad relacionadas con los proyectos de desarrollo.
Las oportunidades de financiamiento disponibles para financiar inversiones residenciales y comerciales han visto el crecimiento de los mecanismos de financiamiento comunitario basados ​​en el crowdfunding, junto con el número de potenciales inversores en el sector inmobiliario.
La sesión invita a comparar investigaciones y buenas prácticas que exploran los cambios en la lógica de la inversión inmobiliaria y el papel de las herramientas de crowdfunding.

Temas sugeridos pero no excluyentes:

• Real estate corporativo y regeneración urbana;
• Inversiones en brownfield y greenfield;
• Inversores éticos en el sector inmobiliario;
• Crowdfunding inmobiliario.

En los entornos urbanos contemporáneos, no sólo en los suburbios de las grandes ciudades, podemos reconocer un malestar social generalizado resultado de una crisis de la ciudad. De hecho, la “seguridad urbana” evoca por una parte el contexto en el que se debe garantizar la prevención y la represión de potenciales daños, y por otra un valor (la ciudad “segura y acogedora”) que debe preservarse, garantizarse y promoverse precisamente porque la seguridad (entendida como calidad de vida estable) no puede asegurarse sin una calidad adecuada de los servicios, de las infraestructuras y de los espacios públicos y de uso público, ni sin la convivencia civil y la inclusión social.
Pero la “crisis” a la que podemos referirnos es también la que sigue a los conflictos armados e incluso al terrorismo. Constituyen una de las principales causas de daño y destrucción del patrimonio urbano, resultado no sólo de la necesidad “militar” sino de estrategias de anulación de la identidad y de la memoria histórica del enemigo, de la que el patrimonio cultural constituye “testimonio vivo”. Si el patrimonio cultural se ve amenazado en tiempos de paz, los daños más graves se producen durante los disturbios sociales y los conflictos armados, no sólo porque éstos provocan la pérdida de algo único e irremplazable – empezando por la vida humana –, sino también porque afectan psicológicamente a las comunidades.
La sesión discutirá sobre los actores, dinámicas y proyectos que, operando en el espacio de la ciudad, denuncian caso por caso la necesidad de mejorar la calidad de los entornos de vida luego de crisis y conflictos (más o menos persistentes): entre clases sociales, entre pueblos y grupos étnicos.

Temas sugeridos pero no excluyentes:

• Crisis urbana: entre espacios de espera y espacios públicos informales;
• Derecho a la ciudad: espacios de representación y representación de espacios;
• Patrimonio cultural y conflictos: entre la reconstrucción y el diseño urbano;
• Descolonizando: de la remoción de monumentos a la sociedad multicultural;
• Impactos indirectos de la guerra: objetivos climáticos y eficiencia energética.